Las universidades pueden ser las parteras de un renacimiento de la educación post-pandemia

Fernando M. Reimers es el profesor Ford Foundation de la práctica en educación internacional y director de la Iniciativa Global de Innovación Educativa de la Facultad de Posgrado de Educación de la Universidad de Harvard.

La pandemia Covid-19 determinara nuestro futuro colectivo en las próximas décadas. No es sólo el horrible número de muertos por la enfermedad misma lo que afectará a las personas, las familias y las comunidades, sino que ulteriormente, las consecuencias de la enfermedad en múltiples áreas de la vida serán las que darán forma a las posibilidades de vida de los sobrevivientes.

Por ejemplo, surgirán cargas financieras para las personas y las naciones que probablemente acelerarán y extenderán las recesiones causadas por los bloqueos. En combinación con los costos de salud pública de la pandemia, esto limitará la capacidad de los gobiernos para financiar otros servicios sociales, como la educación, limitando aún más las oportunidades de promover el bienestar humano.

La historia muestra que las pandemias pueden tener efectos sorprendentes y contrastantes. No son la causa unica de lo que se produce, pero su aceleración de las tendencias existentes y su interacción con otros factores económicos y políticos, pueden dar lugar a una perturbación social significativa.

La Muerte Negra, que, a los pocos años de su aparición en 1348, había quitado la vida de 25 millones de personas, interrumpió las rígidas jerarquías de la Italia medieval, permitiendo, por ejemplo, la movilidad social de familias como los Médicis. Por supuesto, esa familia desempeñó un papel crítico en reunir intelectuales y artistas que, en combinación con el creciente cuestionamiento provocado por la Muerte Negra, de las verdades previamente establecidas, inicia la época del Renacimiento.

En cambio, las consecuencias económicas de la pandemia de gripe española de 1918 agravaron los desafíos políticos de la recién declarada República de Weimar en Alemania. Junto con la oposición popular que surgió a raíz de enterarse de los términos completos del Tratado de Versalles, esto condujo al asesinato de 400 políticos en dos años, lo cual culminó con el intento de golpe de Estado de los nazis en 1923 y la eventual ruptura de la democracia.

No sabemos cómo las interrupciones causadas por Covid-19 interactuarán con los otros desafíos de nuestro tiempo. Pero, pase lo que pase, las universidades están en una posición única e importante para encausar la evolución en una dirección positiva.

Tome como ejemplo, el impacto probable de la pandemia en la educación. A corto plazo, las medidas de distanciamiento social necesarias han obstaculizado la capacidad de las instituciones, a todos los niveles, para impartir educación, y es probable que esta capacidad reducida perdure hasta que se disponga de una vacuna. Por lo tanto, toda una generación podría perder oportunidades de aprendizaje, con consecuencias predecibles a largo plazo para las personas y la sociedad: una desigualdad y exclusión social más profundas, un retraso en la recuperación económica y un estancamiento en los cambios necesarios para corregir el cambio climático.

Sin embargo, las instituciones educativas están en medio de una ola de innovación, con el fin de encontrar maneras de sostener las oportunidades ofrecidas a los estudiantes. Esta innovación es valiosa no sólo para mantener la educación hasta que se disponga de una vacuna, sino también para abordar las deficiencias preexistentes de los sistemas educativos. Estos incluyen la poca atención prestada al desarrollo y amplitud de las capacidades esenciales en el siglo XXI, como también su incapacidad para ofrecer las mismas oportunidades de aprendizaje a los niños de todos los orígenes sociales y raciales.

Las universidades pueden desempeñar un papel valioso estudiando y difundiendo dicha innovación, o contribuyendo más directamente a generarla, para sus propios estudiantes y aquellos en niveles preuniversitarios. Al hacerlo, las universidades estarían adoptando sus funciones esenciales como motores de innovación social y generadores de conocimiento que contribuyen a la mejora de la condición humana.

Es un reto que he tratado de asumir. Con muchos de mis estudiantes actuales y antiguos en la Harvard Graduate School of Education, he estudiado respuestas innovadoras para mantener las oportunidades educativas en las escuelas primarias y secundarias de todo el mundo. En colaboración con colegas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el Banco Mundial y la organización sin fines de lucro: Hundred.org, hemos realizado dos encuestas a gran escala para evaluar cómo los maestros, los líderes escolares, los empresarios de la educación y los funcionarios de educación locales, estatales y nacionales están innovando para mantener la educación durante la pandemia. También hemos seleccionado una lista de recursos educativos en línea para apoyar la instrucción remota.

Estas actividades encajan directamente dentro de las misiones de investigación y enseñanza de la universidad. He intentado de enseñar a los alumnos el pensar en su responsabilidad de apoyar a los más necesitados. He tratado, particularmente, de ayudarles a tener esperanza, sin por ello negar la gravedad de la crisis, sino basándose en visualizar, paso a paso, un sendero a través de esta pandemia.

Si sólo una de cada 10 de las 28.000 universidades del mundo se dedicara a estudiar, generar y difundir la innovación educativa para apoyar a las escuelas primarias y secundarias durante la pandemia, millones de niños podrían beneficiarse. Si también abordaran otros desafíos educativos persistentes después de la pandemia, aún más alumnos dentro de la próxima generación estarían impactados.

Si también involucramos a nuestros estudiantes en un trabajo similar en otras esferas afectadas, desde la salud pública y el gobierno local, hasta los negocios y la cultura, no sólo los estaríamos preparando bien para un mundo cada vez más complejo y volátil que tendrán que liderar, pero  estaríamos también, dirigiendo ese mundo hacia un renacimiento, en lugar de abordar alternativas mucho más oscuras.

Este artículo fue originalmente publicado en: Times Higher Education. Traducción al español por Maya Evans.

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